Hace unos cuantos años pasé mis vacaciones paseando en automóvil por Texas y Nuevo México en compañía del doctor O. F. Gober, médico jefe de la Gulf Colorado and Santa Fe Hospital Association. Hablamos acerca de los efectos de la preocupación y mi compañero me dijo: «El setenta por ciento de todos los pacientes que acuden a los médicos podrían curarse por sí mismos con sólo liberarse de sus temores y preocupaciones. Y no piense por un momento que quiero decir que sus enfermedades son imaginarias. Sus enfermedades son tan reales como un terrible dolor de muelas y en ocasiones cien veces más graves. Me refiero a enfermedades como algunas úlceras del estómago, perturbaciones cardíacas, el insomnio, algunas jaquecas y algunos tipos de parálisis.
Estas enfermedades son reales. Sé de qué estoy hablando, porque yo mismo he padecido una úlcera de estómago durante doce años. El miedo causa preocupación. La preocupación pone a uno tenso y nervioso, afecta a los nervios del estómago, cambia los jugos gástricos de normales a anormales y frecuentemente provoca úlceras estomacales.»
El Dr. Joseph F. Montague, autor del libro Nervios y problemas del estómago (Nervous Stomach Trouble), dice algo muy parecido. Dice esto: «Las úlceras del estómago no vienen de lo que se come. Vienen de lo que está comiendo a uno».
Recientemente estuve en correspondencia con el doctor Harold C. Habein, de la Clínica Mayo. Este médico leyó un informe en la reunión anual de la Asociación Norteamericana de Médicos y Cirujanos Industriales y declaró que había efectuado un estudio de 176 ejecutivos que tenían un promedio de edad de 44,3 años. E informó que algo más de una tercera parte de estos ejecutivas padecían uno de los tres achaques peculiares de una vida de tensión: enfermedad del corazón, úlceras del aparato digestivo y presión sanguínea alta. ¡Piensen ustedes! Una tercera parte de nuestros ejecutivos están echando a perder sus organismos con enfermedades cardíacas, úlceras y presiones altas antes de llegar a los cuarenta y cinco años. ¡Qué precio para el éxito! ¡Y ni siquiera lo compran! ¿Cabe considerar pagar el éxito, la prosperidad en los negocios con úlceras de estómago y perturbaciones del corazón? ¿Qué consigue una persona si gana el mundo entero y pierde la salud? Aunque fuera dueño del mundo, sólo podría dormir en una cama a la vez y comer tres veces por día. Cualquier mozo de cuerda puede hacer esto y probablemente dormir más profundamente y disfrutar más de sus comidas que un poderoso hombre de negocios.
Mientras escribo, tengo sobre mi mesa un libro del doctor Edward Podolsky titulado Stop Worrying and Get Well (Deje de preocuparse y póngase bien). He aquí los títulos de algunos de los capítulos de este libro:
Cómo afectan las preocupaciones al corazón.
La alta presión sanguínea está alimentada por la preocupación.
El reumatismo puede tener por causa la preocupación.
Preocúpese menos, por el bien de su estómago.
Como la preocupación puede causar un resfrío.
La preocupación y la tiroides.
La preocupación y la diabetes.
La preocupación puede colocamos en una silla de ruedas con reumatismo y artritis. El Dr. Russell L. Cecil, de la Escuela de Medicina de la Universidad Cornell, es una autoridad mundial en artritis y, como he indicado ya, ha enumerado cuatro de las situaciones que con más frecuencia provocan esta enfermedad:
1. Fracaso en la vida matrimonial.
2. Desastre financiero.
3. Soledad y preocupación.
4. Resentimientos largo tiempo alimentados.
Como es natural, estas cuatro situaciones emotivas no son ni mucho menos las únicas causas de la artritis. Hay muchas clases de artritis que obedecen a distintas causas.
Pero repito que las situaciones que más frecuentemente provocan la artritis son las cuatro enumeradas por el Dr. Russell L. Cecil.
La preocupación puede causar hasta las caries dentales. El Dr. William I. L. McGonigle dijo en un informe ante la Asociación Dental Norteamericana que «las emociones desagradables, como las causadas por la preocupación, el miedo, el enfado… pueden trastornar el equilibrio del calcio en el organismo y originar las caries.»
El Dr. McGonigle se refirió a un paciente que tuvo una dentadura perfecta hasta que comenzó a preocuparse ante la repentina enfermedad de su mujer. Durante las tres semanas que duró la permanencia de la esposa en el hospital, este hombre tuvo nueve caries. Eran caries causadas por la preocupación.
Cuando entrevisté a Merle Oberon, me dijo que se negaba a preocuparse porque sabía que la preocupación destruiría su principal atractivo en la pantalla: su buena presencia.
Me habló así: «Cuando intenté por primera vez entrar en el cine, estaba preocupada y asustada. Acababa de llegar de la India y no conocía a nadie en Londres, donde trataba de encontrar una ocupación. Vi a varios productores, pero ninguno me contrató y se me acabó el poco dinero que tenía. Durante dos semanas viví únicamente de galletas y agua. No solamente estaba preocupada, sino que tenía hambre. Me dije: Tal vez seas una tonta. Tal vez no consigas entrar nunca en el cine. Al fin y al cabo, no tienes experiencia, nunca has representado y ¿qué puedes ofrecer fuera de una cara bonita?
Me fui al espejo y, cuando me vi en él, vi lo que la preocupación había hecho de mi buena presencia. Vi que se me estaban formando arrugas. Vi una expresión de angustia. Y me dije: Tienes que acabar con esto inmediatamente. No puedes preocuparte. La única cosa que puedes ofrecer es tu buena presencia y la preocupación la echará a perder.”
Pocas cosas pueden envejecer a una mujer y destruir su buena presencia más rápidamente que la preocupación.
La preocupación aja el rostro. Nos hace apretar las mandíbulas y surca nuestros rostros con arrugas. Nos crea un ceño permanente. Hace que nuestros cabellos se vuelvan grises, y, en ocasiones, hasta que caigan. Puede echar a perder el cutis y hasta provocar toda clase de manchas, erupciones y granos.